Vueltas de tuerca
Miguel A. García Puñales
Madrid 14-09-2011 - 9:42 am.
¿Cuánto pagan de impuesto los cubanos, y cómo se ha llegado hasta aquí?
El bombardeo propagandístico llevado a cabo por el régimen desde hace ya
más de medio siglo ha terminado por distorsionar la historia y la
realidad social del país. Precisamente, el actual "debate" sobre la
posible exacción de impuestos sobre el salario transita por esos cauces.
Desde la llegada al poder por parte de Fidel Castro en enero de 1959,
los pasos fundamentales del régimen se dirigieron a la monopolización
estatal del poder económico. De ahí que, junto a las expropiaciones a
los "cómplices de la dictadura batistiana" y la creación de los "centros
de recuperación de bienes malversados", se procediera, el 13 de octubre
de 1960, a la intervención total de la banca, so pretexto, entre otros,
de "responder" al embargo comercial norteamericano instaurado en febrero
de ese año.
Algo más tarde, en agosto de 1961, se emite la Ley 963 sobre el cambio
de la moneda, que aparte de convertir la moneda nacional en papel
mojado, despojó a todos los potenciales inversionistas nacionales —para
que no "financiaran la contrarrevolución"— de toda su capacidad
económica. Se mataron, así, dos pájaros de un tiro: primero, se disolvió
la totalidad de las relaciones mercantiles a partir del valor del
dinero; y segundo, se privó no sólo a los opositores, sino a toda la
sociedad civil de sus medios de financiamiento.
Sin embargo, la mayor operación de disminución del salario real del
trabajador cubano no llegó hasta 1962. Con el recrudecimiento del
embargo, la crisis de los misiles y el incremento paroxístico del
bombardeo mediático, pasó, sin recibir apenas importancia, la creación
de los impuestos para el desarrollo de la industrialización (4%), a los
que verbalmente se les irían agregando los de seguridad social, salud
pública, educación y defensa, hasta arribar al actual "impuesto sobre la
circulación y ventas", que grava todas las mercancías y servicios que
oferta el Estado, salvo la exigua cuota normada.
En ese sentido, los discursos y peroratas en los más disímiles medios
por parte de Fidel Castro, fueron tomados al pie de la letra como Ley,
al punto que durante años en la Universidad de La Habana se enseñó en la
Facultad de Derecho que "la palabra orientadora del Comandante en Jefe
constituía fuente de derecho".
En cuanto al "impuesto sobre la circulación y ventas", en 2010 totalizó
la cantidad de 13.462 millones de pesos, alrededor del 31% de todos los
ingresos de la población, con la característica de no estar contenido en
la actual ley tributaria (ley 73 de agosto de 1994).
El salario bruto, una 'traba burocrática' suprimida
Dos años después de la aplicación de los primeros impuestos sobre el
salario, en 1964, se implantó en Cuba uno de los tantos desastrosos
experimentos económico-sociales, el llamado Cálculo Presupuestario. No
fue la primera ni la última de las improvisaciones, solo que esta vez la
afectada resultó ser la propia estructura de gestión contable del país.
Con unas autoridades conscientes de que la función de empresario total
de la economía nacional debía ser asumida por el Estado —la clásica
fórmula Dinero-Mercancía-Dinero [D-M-D] a la que se refiere Marx en el
tomo I de El Capital es aplicada en el caso cubano no por un empresario
capitalista "sediento de ganancias", sino por la única empresa del país,
es decir, el Estado—, se procede a suprimir las relaciones
monetario-mercantiles entre empresas estatales.
A esto habría que añadirle, por otra parte, que muchos incrementos de
los hoy astronómicos precios del "mercado libre" comenzaron nada más y
nada menos que por ser contribuciones "temporales", como por ejemplo el
aporte para los damnificados del ciclón Flora, allá por el lejano 1964,
cuando se subieron los precios de los cigarrillos y la cerveza. ¿Habrá
terminado ya en 2008 de ayudarse a los susodichos damnificados?
Ya en 1967, con la Ley 1213 del 7 de julio, acaban por suprimirse todas
las "trabas burocráticas", reflejándose en la nómina de los trabajadores
solo el salario neto, sin registro contable visible del salario bruto,
pasando por arte de magia a convertirse en salario nominal. Con lo que
hoy, la práctica totalidad de las generaciones de trabajadores en activo
en la Isla desconocen los componentes ¡y descuentos! del salario nominal
que perciben.
En una frase cubana en boga desde hace muchísimos años —"El Estado finge
que me paga y yo finjo que trabajo"—, se reconoce explícitamente, por
una parte, la miseria salarial a que es sometido el trabajador, y por
otra, la bajísima productividad de la empleomanía nacional.
Si la plusvalía sigue siendo —según criterio marxista— "el nuevo valor
creado del que no participa la clase trabajadora", entonces no es
necesario dar más vueltas de hojas: todos los fondos de los que dispone
el estado cubano provienen de la expropiación de aquella parte del fruto
del trabajo del cual no da participación al trabajador, con el pretexto
cansonamente argumentado de que es el Estado el que se encarga de
redistribuir socialmente la plusvalía, a la cual, además, no se le llama
por su nombre.
De esta forma, el trabajador cubano sólo sabe la cantidad neta que
percibe, nunca cuánto se le retiene del salario bruto, cifra que llega a
ser, en algunos casos, hasta del 40%. Y por supuesto, el trabajador cree
que no paga impuestos.
El impuesto sobre los ingresos, una nueva vuelta de tuerca
Más de medio siglo de bloqueo informativo, doble moral y escapismo
institucionalizado, conducirán sin duda a una nueva vuelta de tuerca en
la ya gastada rosca que atenaza a los trabajadores cubanos, con la casi
probable aplicación del "novísimo" impuesto sobre los ingresos.
Lo peor del caso es que cuando esto suceda, la única respuesta serán
tres o cuatro chistes populares y dos o tres temas de
reggaetón-protesta, mientras Raúl Castro se lamenta de la falta de
compromiso laboral del pueblo, que no trabaja como debiera a partir de
los sacrificios de la "generación del Moncada".
Por su parte, la prensa extranjera especulará acerca de si "las nuevas
medidas" cambiarán, por fin, las cosas en Cuba.
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