Tuesday, September 20, 2011 | Por Lucas Garve
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – El número de reses en
1958 alcanzaba en Cuba poco más de seis millones de cabezas, una res por
habitante. La libra de picadillo de res de primera costaba veinte
centavos. Lo recuerdo porque el precio estaba anotado en la tablilla de
una carnicería de la calle Unión casi esquina Independencia, en la
ciudad de Santa Clara.
Hoy el picadillo de primera, importado, vale algo más de dos dólares la
libra; cifra que equivale a lo que gana en dos días de trabajo un cubano
con buen sueldo. Ni hablemos del blando filete o de la jugosa palomilla,
o de la bola para asar, que resultan tan ajenos para los cubanos como
objetos voladores no identificados.
La carne de res solamente se encuentra en las shoppings (tiendas
estatales que venden sólo en divisas) y en los chistes de los
humoristas. Hay quien la busca en el mercado negro, donde vale 50 pesos
la libra. Los cubanos de a pie no pueden comprar carne de res por la
cuota de racionamiento desde hace más de veinte años.
Antes, cuando era yo niño, recuerdo que el lechero dejaba dos litros de
leche por la mañana en la puerta y nadie se los robaba. Valía 20
centavos cada pomo de leche pura pasteurizada, ni mezclada con agua, ni
aumentada con leche en polvo.
Durante medio siglo, el gobierno cubano se ha dedicado a experimentar
con los vacunos. Recordamos historias descabelladas que incluyen super
vacas, capaces de producir cien litros de leche diarios, y vacas enanas,
para criar en casa.
Todavía, cuando leemos el periódico, encontramos disparates y mentiras
cuando se habla de la carne. Por ejemplo, el periódico Trabajadores del
22 de agosto, publicó una entrevista de Alina M. Lotti a Omelio Borroto
Leal, director del Instituto de Ciencia Animal, quien expresa: "Vivimos
la etapa en que se podía comprar con facilidad yogurt, leche. En ese
momento llegaban de la Unión Soviética 600 mil toneladas de concentrado
y 12 mil toneladas de alambre de púas, etc. Después el período especial
nos afectó psicológica y materialmente".
Cuánta falsedad, para esconder la verdad que no es otra que los
experimentos voluntaristas acabaron con los vacunos, con la leche y el
yogurt. ¿O este señor se olvidó de Ubre Blanca y del plan ganadero de
Picadura, o el de Los Naranjos, donde cientos de millones de pesos se
dilapidaron? Los jóvenes desconocen que aquellos vientos trajeron estas
tormentas.
Afirma el funcionario que se necesitan 1.800 millones de litros de
leche anuales para satisfacer la demanda nacional, pero sólo se llega a
los quinientos. Esos 500 millones de hoy son el resultado del desastre
causado por el sistema centralizado de planificación, las cooperativas y
el excesivo control estatal sobre la producción agropecuaria.
Luego de tantos reveses económicos en este ramo, ahora la palabra de
orden es descentralizar y dejar que los campesinos tomen las decisiones.
Por otro lado, publican en la primera página del periódico Granma que no
hay que abandonar la planificación. Entonces, ¿en qué quedamos?
De una cosa sí estoy seguro, y es que la barreras del burocratismo, de
la planificación centralizada y la ignorancia, no hay vaca ni toro que
la brinque.
http://www.cubanet.org/articulos/no-hay-vaca-que-brinque-esa-barrera/
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