miércoles, 28 de agosto de 2013

Hay una economía socialista?

ECONOMÍA



¿Hay una economía socialista?

ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES | Los Ángeles | 28 Ago 2013 - 9:04 am.



El castrismo insiste en rendirle culto a su fetiche económico, un

experimento mal concebido que ha llevado la nación al desastre.



Hasta que la revolución bolchevique de 1917 dividió al mundo en

capitalista y socialista, en cada etapa histórica siempre hubo un solo

un tipo de economía, que por supuesto no tenía apellidos. Era economía,

y punto.



Y no fue Vladimir Lenin el innovador que partió las aguas, sino Karl

Marx, quien medio siglo atrás, luego de publicar en 1867 el primer tomo

de El Capital, esbozó teóricamente los dos apellidos que llevaría la

economía mundial durante casi todo el siglo XX, y que increíblemente aún

se usan en Cuba y Corea del Norte.



No por casualidad ambos países se ubican entre los más pobres y

atrasados de Latinoamérica y Asia y ocupan globalmente los dos últimos

lugares (176 y 177, respectivamente) en materia de libertad económica

según el estudio 2013 Index of Economic Freedom, publicado por el diario

The Wall Street Journal y por The Heritage Foundation.



Con la imposición —nunca por la vía de las urnas— del experimento social

diseñado por Marx, primero en Rusia y luego en otros 34 países (contando

por separado las repúblicas de la Unión Soviética y de Yugoslavia),

surgieron en el planeta dos economías simultáneas y totalmente

diferentes: la capitalista y la socialista (léase comunista, palabra que

ya no le gusta a los marxistas porque está muy devaluada).



¿Apellido para qué?



Con anterioridad a la eclosión de la comunidad internacional del

"socialismo real", no tenía sentido calificar el quehacer económico

diario. Era lo natural, producto de una evolución milenaria que comenzó

cuando nuestros primitivos ancestros agrupados en clanes y tribus

empezaron a intercambiar alimentos y otras cosas en trueques que se

fueron sofisticando poco a poco. Nadie en su propio tiempo le puso jamás

apellido a algo tan cotidiano.



La gente trabajaba, intercambiaba productos, o utilizaba ya la moneda

desde que se empezó a acuñar —en el reino de Lidia, actual territorio de

Turquía— 620 años antes de Cristo, se alimentaba, se divertía, y se iba

de este mundo sin saber cómo se llamaba la economía de su época. Los

nobles y más poderosos terratenientes en los tiempos del Cid Campeador

no tenían idea de que serían llamados "señores feudales" por los

historiadores.



Fue ya en la modernidad que los académicos comenzaron a hablar de

comunidad primitiva, esclavismo, o feudalismo, para clasificar los modos

de producción característicos de cada época histórica. Pero siempre el

calificativo vino a posteriori, nunca surgió "en caliente", mientras se

vivían los hechos.



Ahora bien ¿hay realmente una economía socialista? Toda teoría para que

sea válida debe ser demostrada en la práctica. Si no funciona, no sirve

y hay que desecharla. Eso fue lo que ocurrió con el marxismo-leninismo

como modelo de sociedad. Fue probado en el laboratorio durante tres

cuartos de siglo (1917-1991) sin resultados positivos y finalmente sus

propios inventores le dieron sepultura en las murallas del Kremlin.



China y Vietnam igualmente desmontan su "socialismo científico", y a su

capitalismo de Estado en desarrollo lo han bautizado como "economía de

mercado socialista", una hibridación absurda (el aceite y el vinagre no

se pueden mezclar), pero con la cual Beijing y Hanoi certifican que su

modelo económico ya no es comunista.



En Cuba, en cambio, se aferran al cadáver y lo mantienen insepulto. Pese

a que el comunismo ya pasó a la historia (al precio de 100 millones de

muertos, hambre, injusticias, atraso económico) como una utopía más de

las tantas fallidas durante nuestra existencia —desde La República de

Platón a la "New Harmony" de Robert Owen en Indiana, en el siglo XIX,

porque niegan la naturaleza humana—, en Cuba todo estudiante recibe

todavía en 2013 una "educación socialista". Los niños son obligados a

decir "Pioneros por el comunismo, seremos como el Che", y los libros de

texto consideran una genialidad de Fidel Castro su frase "El futuro

pertenece por entero al socialismo".



El Che Guevara solo cosechó fracasos en cada uno de los proyectos en los

que se involucró. Jamás tuvo un acierto, ni práctico ni teórico, en lo

político, económico, ideológico y social. Además ejecutó a cientos de

civiles inocentes y opositores políticos (a muchos de los cuales dio

personalmente el tiro de gracia con su pistola), fue el arquitecto de la

"planificación socialista", las empresas consolidadas y la estatización

de la economía cubana hasta hundirla por completo; y quiso ensangrentar

Latinoamérica para "crear dos, tres, muchos Vietnam".



La maravilla socialista augurada por Fidel Castro ha sido la causa de

que Cuba esté hoy en ruinas, soltando los pedazos.



Irresponsabilidad e idiotez



Ante las abrumadoras evidencias del desacierto de la economía

centralmente planificada, la insistencia de la dictadura cubana en

"actualizar el modelo económico socialista" es un insulto a la

inteligencia humana. Si haber considerado (por parte de los fundadores

del comunismo) como superior un modelo social y económico que suprime la

libertad de las personas para crear riquezas y beneficiarse de ello fue

un disparate histórico, la insistencia castrista en priorizar la

economía estatal y su negativa a liberar en serio las constreñidas

fuerzas productivas de la nación es una irresponsabilidad colosal,

además de una idiotez.



Asombra que el general Raúl Castro, el coronel Marino Murillo y demás

artífices de las llamadas "reformas" sigan reiterando que éstas tienen

como objetivo fortalecer la economía socialista, y que en todas las

instancias del país se siga insistiendo en los Lineamientos del último

congreso partidista, según los cuales "la planificación socialista

seguirá siendo la vía principal para la dirección de la economía", que

abarcará también "a las formas no estatales que se apliquen".



El documento estratégico rector llega al colmo de precisar que "no se

permitirá la concentración de la propiedad en personas jurídicas

(negocios privados) o naturales" (individuos). Es decir, nada ni nadie

podrá crecer y se fomentará solo la economía artesanal de subsistencia

de los tiempos del Adelantado Diego Velázquez.



Por lo demás, la realidad muestra inequívocamente que no hay ninguna

economía socialista. Todo fue un experimento mal concebido, que nació

torcido por ignorar la condición humana, que necesita de libertad para

crear y progresar.



Lo curioso —e irónico— aquí es que tampoco hay una economía capitalista

propiamente. Cuando mencionamos el término estamos validando la extinta

subdivisión marxista-leninista. El vocablo capitalista en el argot

marxista significa "burgués", una argucia ideológica y semántica que

desde sus inicios tuvo un claro carácter despectivo y lo sigue teniendo,

como muestran Evo Morales, Nicolás Maduro y tantos otros populistas.



Hay en el mundo una sola economía: la que funciona. Decir capitalista es

realmente una redundancia. Pese a sus defectos, insuficiencias y la

"exuberancia de los mercados" de que habla Alan Greenspan cuando explica

la gran recesión iniciada en 2008, la economía basada en la propiedad

privada y la competencia es en los tiempos modernos la única manera que

tienen los humanos de producir, crecer y lograr el avance económico,

tecnológico, social, científico y cultural.



Sobran los apellidos. No tiene que diferenciarse de ninguna otra

supuesta economía, llámese socialista o comunista, que no existe.



Source: "¿Hay una economía socialista? | Diario de Cuba" -

http://www.diariodecuba.com/cuba/1376908363_4697.html

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