miércoles, 28 de agosto de 2013

Los mitos y los dulces sueños

Los mitos y los dulces sueños

[28-08-2013]

Carlos Alberto Montaner

Escritor, periodista y político



(www.miscelaneasdecuba.net).- Zulema Rosales ha creado en La Habana una

guardería para la élite. Se llama Dulces sueños, cuesta 85 CUC mensuales

y está en uno de los repartos exclusivos de la capital cubana.

Aparentemente, la propietaria es hija del general Ulises Rosales del

Toro, un hombre cercano a Raúl Castro con una larga e inútil historia de

batallas africanas y una pésima experiencia como gerente de la industria

azucarera.

La anécdota de Zulema Rosales me parece un dato esperanzador que liquida

dos mitos importantes.



El primero es que el Estado cubano —ese bodrio ineficiente y

totalitario— se reservaba en exclusiva la función de educar a los niños.

Tímidamente, comienza a asomarse la educación privada. No sé si esta

golondrina anuncia la primavera, pero ojalá que así sea. Supongo que

Raúl Castro añora los tiempos republicanos en que, junto a los buenos

institutos públicos, que los había, existían Ruston, Baldor, Belén,

Edison, Candler, La Salle, y otras docenas de excelentes instituciones

privadas a lo largo de toda la Isla. Una buena parte de la clase

dirigente cubana —comenzando por los Castro y sus hermanas— se educaron

en ellas. Todas las sociedades necesitan la variedad que ofrece la

educación privada. Hay pocas cosas más empobrecedora que la voz

monocorde del Estado repitiendo siempre la misma letanía y forzando a

una artificial y chata unanimidad.



El segundo mito que entierra esta experiencia es el mismo que irradia

cualquier empresa privada: en Cuba se van acabando por asfixia la

superstición marxista de la plusvalía y las (inexistentes) ventajas del

colectivismo. La señora Rosales hoy posee un pequeño negocio de

servicios educativos, y cuenta con empleados de cuyo trabajo vive, pero

si hay suerte, si hace las cosas bien y si no le cambian las reglas del

juego, obtendrá beneficios, ahorrará, aumentará su capital e invertirá

en nuevas instalaciones. Así crecieron casi todas las instituciones

educativas privadas en Cuba. La lógica del capitalismo es ésa. Me

imagino que su parvulario, además de instruir y cuidar a los niños,

también sirve para educar a los adultos del gobierno en la buena manera

de desarrollar a una sociedad. Hasta ahora no han hecho más que estupideces.



Tengo una amiga en Miami que hace cinco años comenzó con un parvulario

de élite dentro de la tradición pedagógica Reggio Emilia, parecida a

Montessori, y ya cuenta con cuatro, ha creado una franquicia, y piensa

crecer hasta donde se lo permitan sus fuerzas. Ha generado un magnífico

sistema de adiestramiento de maestros y control de calidad. Mi apuesta

es que, antes de una década, tendrá o dirigirá cien parvularios.



La joven disidente cubana Thais Pujol, expulsada de la Isla en los

noventa, a base de talento y esfuerzo ha creado en Valladolid, España,

una academia para mejorar el nivel de los estudiantes, y hace

maravillas. No sé si Ulises Rosales y su jefe Raúl Castro ya se han dado

cuenta, pero no hay sustituto para el fuego creativo de los

emprendedores. Hace 54 años que en Cuba los Castro secuestraron la

facultad de crear actividades lucrativas y así le va al país: escombros

y desilusión total moteados por la leyenda de vacas enanas y la promesa

de fabulosos cultivos de moringa.



Supongo que hay que referirse al agravio comparativo. ¿La señora Zulema

Rosales logró poner en marcha su escuela por ser la hija de un general?

¿Cómo obtuvo los permisos? ¿Por qué lo que ella ha hecho, que es

positivo, no está al alcance de cualquier cubano? ¿Estamos en presencia

de un privilegio?



Ese es un mal camino para lograr superar la miseria y dejar atrás esta

etapa de bobería, horror y destrucción de riqueza que ha sido el

socialismo. Los países prósperos y democráticos tienen leyes y reglas

neutras para que los ciudadanos puedan competir y perseguir sus sueños

libremente. La relación de fuerzas es muy fácil de entender: las

sociedades felices del planeta son aquellas en las que el Estado vive

del esfuerzo, desvelos y creatividad de los ciudadanos libres. Las

sociedades tristes y pobres son aquellas que viven del Estado y de las

arbitrarias decisiones de sus comisarios.



A ver si Raúl y sus amigos lo entienden de una vez.



Source: "Los mitos y los dulces sueños - Misceláneas de Cuba" -

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/521dd11e3a682e0ce8dffb5d

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