17 de diciembre de 2011
Los cambios económicos han entreabierto una puerta de esperanzas para
los cubanos, pero la llave de la cerradura sigue en manos del gobierno.
Voz de América | Roberto Casin - Apuntes desde Miami.
Los agudos contrastes entre expectativas y realidades operan como un
freno a los sueños.
El año que está a punto de concluir estuvo cargado de grandes
expectativas para los cubanos luego de las reformas anunciadas en abril
pasado por el VI Congreso del Partido Comunista (PCC), el único que hay
en la isla y que como organismo rector traza las pautas por las que
habrá de guiarse el gobierno y todo el andamiaje económico y social del
país.
Las reformas, que según las propias autoridades cubanas son sólo
"reajustes" del modelo económico socialista adoptado por Cuba durante
décadas, proyectaron el despido de cientos de miles de empleados y
obreros del sector estatal y la eliminación de subsidios, a la par que
autorizaron el trabajo por cuenta propia, mediante el otorgamiento de
licencias, en más de centenar y medio de oficios, aunque en ninguna
profesión (médicos, abogados, arquitectos, etc.).
Los cubanos siguen careciendo de derechos políticos, de libertad de
movimiento, los disidentes son permanentemente hostigados y reprimidos,
la oposición es ilegal, no hay libertad de expresión, y aunque las
autoridades liberaron antes del Congreso del PCC al último de los
opositores del Grupo de los 75 encarcelados en la Primavera Negra del
2003, a excepción de que el gobierno día a día ya no está en manos de
Fidel Castro, sino de su hermano Raúl, poco ha cambiado en la pirámide
de poder en la isla.
El propósito expreso del presidente Raúl Castro es de que, al menos por
ahora, el Estado siga controlando con su mano los principales sectores
económicos de la nación, el destino de la mano de obra más calificada,
que no haya voz ni voto por encima de la voluntad de quienes ejercen el
gobierno, y tratar de evitar que ningún ciudadano común pueda
"enriquecerse", aun cuando la prosperidad individual sea resultado de su
trabajo y esfuerzo personales.
Aun así, el hecho de que luego de décadas de prohibición los cubanos
puedan recibir parcelas agrícolas en usufructo, por primera vez comprar
y vender casas, automóviles, obtener créditos bancarios o adquirir con
moneda fuente un simple teléfono móvil –no así acceso libre a
Internet--, ha abierto una pequeña pero alentadora brecha en el
horizonte económico de la isla, que hasta ahora permanecía totalmente
nublado.
Sin embargo, los agudos contrastes entre las expectativas y las
realidades siguen operando como un fuerte freno a los sueños. Hace medio
siglo, por ejemplo, cuando la revolución comandada por Fidel Castro
propinó un giro de 180 grados a la nación, Cuba importaba el 29 por
ciento de los alimentos que consumía. Hoy esa cifra asciende al 81 por
ciento.
Para muchos no es sólo una aberración económica sino también una malvada
decisión política que con tal de tener sueldos más decorosos los
graduados universitarios, por decreto estatal , se vean forzados a
ganarse la vida como taxistas o cocineros, y que no puedan ejercer por
cuenta propia su profesión.
El ingreso promedio en la isla se sitúa en poco más de 400 pesos
cubanos, el equivalente a unos $20 dólares mensuales, y a pesar de las
reformas nada indica que para la mayoría de la población las
estadísticas vayan a variar, ni que a los profesionales deje de serles
más lucrativo trabajar como camareros y ejercer otras ocupaciones con
acceso a moneda extranjera o en su lugar, dar el paso más difícil y
riesgoso: tratar de irse del país.
Según un reciente estudio de Brookings Institution, a pesar del
incremento en los últimos años del turismo en la isla, de inversiones en
la minería y de los jugosos subsidios que le llegan al gobierno cubano
desde Venezuela, las perspectivas económicas del país no han mejorado, y
la deuda cubana es "alarmante".
El informe cita datos del Banco Central de la isla, según los cuales el
gobierno cubano debe $8.900 millones de dólares y otros $7.600 millones
en "deudas congeladas" que a lo largo de más de dos décadas no han sido
reestructuradas. También destaca que la producción industrial en Cuba
está al 43 por ciento del nivel que tenía en 1989, antes del desplome
del bloque soviético, y que sus exportaciones se sitúan sólo entre los
$3.000 y los $4.000 millones de dólares, apenas más que lo que La Habana
recibe en subsidios petroleros de Caracas.
http://www.voanews.com/spanish/news/cuba-castro-reforma-economia-135789968.html
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