Los cuentapropistas se han convertido en los competidores número uno de
los ciudadanos a la hora de adquirir los productos alimenticios en los
mercados causando no poco malestar entre ellos.
Yordanis Manrique/ Especial para martinoticias.com 27 de diciembre de 2011
Publicado a los cuatrovientos como una de las aperturas y progresos del
sistema, el cuentapropismo en Cuba significa solo un entretenimiento
para la población de la Isla. Ni salida a la crisis ni alternativa para
paliarla tampoco, amén de que las cifras de los autorizados crezca
considerablemente (cerca de 200 mil personas en los dos últimos años).
Las causas del reconocimiento oficial de estas labores justifican la
incapacidad del Estado para controlarlo todo y ante una evidente crisis,
la solución a los "disponibles"- un eufemismo con que el gobierno cubano
llama a los desempleados- se presentó como toalla en el ring.
Luego de la intervención de los pequeños negocios en los primeros años
del triunfo revolucionario, se rompió una cadena histórica de
tradiciones y oficios que se tejieron y consolidaron una generación tras
otra. Los hijos de los campesinos abandonaron la tierra para estudiar en
las grandes ciudades, los expropiados ya no seguirían con el negocio de
sus padres, en tanto la superación cultural y la política se
convirtieron en la quimera ciudadana del socialismo cubano gracias a que
los rusos suplían con creces sus déficits productivos.
Sin reconocimiento social, muy cerca de la marginalidad, permanecieron
quienes eran poseedores de habilidades manuales o potencialidades en el
ofrecimiento de un servicio independiente a los del Estado. En algunos
casos, perseguidos, en otros, tolerados por una coyuntura de crecientes
necesidades, el trabajo independiente permaneció a la sombra durante
mucho tiempo.
En la década del 90, nuevamente la cuerda aflojó su nudo, pero poco a
poco se fue ajustando a tal punto que la cifra inicial se redujo hasta
niveles críticos. A los impuestos del Estado se sumaron
extraoficialmente los de los inspectores, que también cobraban por su
cuenta en productos o en dinero. Si a lo anterior le agregamos la
presión de los círculos de poder contra los particulares, entonces
explicaríamos la actual campaña de prensa a legitimar este tipo de
empleo y a educar a los dirigentes intermedios en tal sentido, quienes
todavía no soportan la idea de que exista algo en lo cual no puedan
meter sus narices.
El tercio de millón de personas autoempleadas en la Isla, no constituyen
una mejoría para la economía nacional. Si aproximadamente el 66 por
ciento no tenían vínculo laboral, es decir, que ejercían la actividad
sin autorización y el 16 procede de los jubilados, ¿qué queda para los
1,3 millones de disponibles en Cuba si hasta la fecha los provenientes
del trabajo estatal solo representan el 18 por ciento de este sector?
Además de esto, alguien me puede explicar ¿cómo es posible el
crecimiento mientras se reducen los empleos, por tanto, la principal
fuente de dinero circulante y aumentan quienes compiten por repartirse
el escaso dinero de la Isla?
Dentro de las actividades más representativas, según medios de prensa
estatales, se incluyen el transporte de pasajeros, la elaboración y
venta de alimentos, los trabajadores contratados, el arrendamiento de
viviendas y el carretillero o vendedor de productos agrícolas a
domicilio. Un análisis económico muy simple del asunto indica un
reciclaje dentro de un laberinto sin salida debido a que no se produce
ninguna riqueza material.
En este aspecto, los cuentapropistas se han convertido en los
competidores número uno de los ciudadanos a la hora de adquirir los
productos alimenticios en los mercados causando no poco malestar entre
ellos.
¿Por qué no se estimula la pequeña y mediana producción que le permita
subir las exportaciones a la Isla? ¿Por qué no se le da acceso a los
cuentapropistas a medios de producción y no solo a medios de consumo?
La ampliación de 10 mil carretilleros en siete meses nada dice de una
mejoría en la Isla salvo la de nuevos cobros de impuestos para el
gobierno. Más bien confirma la tesis de que unos pocos sostienen la
falta de productividad de muchos.
Los créditos y las recientes flexibilizaciones en las relaciones entre
cuentapropistas y entidades estatales, van en carretas mientras el mundo
persigue la velocidad de la luz. En las encrucijadas de la economía
cubana, el cuentapropismo solo es un entretenimiento más del circo.
http://www.martinoticias.com/noticias/cuba/las-cuentas-claras.html
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