Fernando Ravsberg | 2012-03-08, 10:53
Mercado agropecuario de La Habana. (Foto: Raquel Pérez)
Hoy, mientras recorría los puestos del agromercado, repletos de frutas y
vegetales, algo me hizo retroceder los años 90, cuando la distribución
de alimentos era monopolizada por el Estado a través de mecanismos tan
estrictos como ineficientes.
Cocinar siempre fue mi hobby pero en aquellos tiempos era un verdadero
dolor de cabeza, cuando me vendían ajo no había cebolla y al aparecer
ésta se perdía el ají pimiento, nunca pude elaborar un plato con todos
sus ingredientes.
En medio del trópico era casi imposible encontrar frutas como la
naranja, la piña, el mango o la guayaba. El plátano nunca desapareció
del todo pero al cabo de un par de años de consumirlo en exclusividad me
sentía un hombre mono.
Los que teníamos vehículo íbamos al campo a comprarles a los campesinos
pero regresábamos a la ciudad como traficantes de drogas, esquivando a
la policía para evitar el decomiso de los boniatos que celosamente
escondíamos en el maletero.
Mientras en las alturas se debatía la apertura de los agromercados, en
la población se propagaba la neuritis. Fue decisiva la declaración del
viceministro de Salud demostrando que la enfermedad era provocada por
falta de vitaminas y minerales.
El Dr.Terry fue destituido, pero poco después se autorizó a los
campesinos a vender sus productos directamente a la gente a precios de
mercado. Curiosamente el valor del arroz, descendió de CUP$50 la libra
-en el mercado negro- a menos de CUP$10 en el agromercado.
A pesar de todo, el Estado siguió resistiéndose a aceptar los
intermediarios. Se empezó exigiendo que fueran los mismos campesinos los
que trasladaran y vendieran sus productos. Nunca explicaron quién
trabajaría entonces la tierra.
Algunos dirigentes lo llevaron a extremos. Cuando estuve en Camagüey los
artesanos me contaron que solo les permiten vender algunos días de la
semana porque supuestamente el resto del tiempo tienen que estar
fabricando artesanías.
Para ser justos hay que decir que el rechazo a los intermediarios no
viene solo del gobierno. Un campesino de la provincia de Matanzas me
decía que le indignaba ver como los transportistas y los vendedores
ganaban más que quienes trabajan la tierra.
Desde que los alimentos salen de las manos del campesino hasta que
llegan al consumidor los precios de algunos productos se incrementan
hasta en un 500% e incluso más si contamos los que se venden
clandestinamente dentro de los agromercados.
Por si esto fuera poco muchas balanzas están trucadas, con lo que la
reducción del peso incrementa aún más el precio. Y no se andan con
chiquitas, hace poco me intentaron vender un pernil de puerco de 5 kilos
como si pesara 9.
Todas las críticas del gobierno y la población a los intermediarios
tienen una base real pero muchas veces se pierde de vista que estos son
también trabajadores y que son tan imprescindibles socialmente como los
que producen.
Es absurdo pensar que los campesinos van a dejar de trabajar para ir a
vender a los mercados o que los artesanos van a paralizar la carpintería
y acudir a la feria a ofrecer sus productos a los turistas. Muchos ni
quieren ni pueden ni les gusta.
En cualquier sociedad normal se necesita el trabajo de los
intermediarios y este está regido por normas. Lo que le falta a Cuba no
son leyes que prohíban, sino regulaciones que faciliten la actividad e
impidan los abusos.
Una política impositiva justa es un mecanismo ideal para limitar los
excesos y redistribuir las riquezas de un país. En las naciones
socialmente más avanzadas los intermediarios saben que cuanto más ganen
más les quitará el fisco.
Pero también se les puede tratar amigablemente, dándoles la posibilidad
de comprar vehículos nuevos, motores de bajo consumo, abastecerlos de
repuestos, ofertarles balanzas nuevas y hasta rodamientos para los
carretilleros.
Establecer normas claras, dar facilidades operativas y cobrar impuestos
justos podría resultar más productivo que azuzar a la población desde la
prensa estigmatizando a los intermediarios como si fueran los
responsables de la escasez y los altos precios.
http://www.bbc.co.uk/blogs/mundo/cartas_desde_cuba/2012/03/los_intermediarios.html#more
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