viernes, 13 de enero de 2006

Hacerle trampas al Diablo

ECONOMIA INFORMAL
Hacerle trampas al Diablo

Raúl Soroa

LA HABANA, Cuba - Enero (www.cubanet.org) - Si algo hemos logrado los cubanos en estos años de férrea censura y control totalitario es burlar esa censura y escapar al control. Nos convertimos en verdaderos artífices de la sobrevivencia, de la actitud fingida, de la burla sistemática de los mecanismos de dominación del régimen.

A pesar de todos los recursos empleados, los esfuerzos, la experiencia brindada por otras prácticas totalitarias anteriores, por ejemplo, en Cuba no han podido eliminar del todo la empresa privada, que sobrevive de forma clandestina a través de la floreciente industria sumergida. No han podido controlar el libre comercio, que subsiste a niveles de mercado negro, y compromete a un porcentaje enorme de la población.

Son muchos los ejemplos que pudiéramos enumerar, en un país donde se supone que todo es del Estado y todo lo controla ese Estado. En países donde las leyes del comercio funcionan de forma natural, mencionar el mercado negro como ejemplo de comercio libre puede parecer un disparate, pero en una experiencia como la cubana, donde los medios de transporte, los almacenes mayoristas, las tiendas, los tenduchos, el carrito de granizado y el pan con croqueta son cosa del Estado, la práctica del mercado negro es todo un desafío, un medio de resistencia y de supervivencia. Es el único espacio donde se conserva algo de esa libertad de compra-venta.

En Cuba no hay tiendas de alquiler de vídeos de películas, pero desde los años 90 florece un bien organizado negocio de alquiler de filmes (abrieron algunos en dólares para hacer la competencia a los clandestinos, pero los precios son inalcanzables para el cubano promedio, y no pueden competir con los privados, que cobran cinco pesos cubanos por un día de préstamo).

Comenzaron alquilando cassettes en formato VHS, y hoy usted puede ver en su casa las mejores películas del mundo en formato DVD o VCD. Resulta muy interesante que en este país jamás se han vendido caseteras de vídeo VHS, y mucho menos DVD. Aclaro que en las tiendas estatales (las únicas), porque en el mercado negro usted puede comprar desde una caja de fósforos, la prohibidísima carne de res, ropa de marca, un auto soviético, hornos microondas, equipos de aire acondicionado, muebles… todo lo imaginable, hasta un tractor. Muchos de estos artículos se encuentran prohibidos por disposiciones estatales.

La adquisición de videocaseteras y equipos de VCD y DVD ha permitido burlar la censura, y el cubano de la isla ha podido ver el cine censurado, mucho cine cubano del que no se pone en la isla, las novelas mexicanas y venezolanas, los programas estelares de UNIVISION, y hoy pasan de mano en mano los programas de TV Martí. Usted no puede ver esos programas en la TV, pero se puede verlos en su DVD o VDC o en su computadora o en casa de su vecino o de su colega de trabajo o de un amigo que le invita, por ejemplo, a ver el último concierto de Willy Chirino.

Por cierto, en Cuba nunca se ha vendido una computadora completa en una tienda, pero se puede comprar una P IV en el mercado sumergido. No está permitido el acceso a Internet, pero se puede alquilar una cuenta clandestina, y navegar y ver lo mejor de la red de redes.

Hay muchos libros prohibidos, pero existen, por suerte, las bibliotecas independientes y los libreros particulares y los amigos que consiguen esos libros y los pasan de mano en mano.

En Cuba no hay TV por satélite (sólo en los hoteles exclusivos para turistas extranjeros, que son todos los hoteles y las casas de los miembros de la nomenclatura), pero no sé cómo (no lo voy a decir yo), la gente tiene TV por satélite, y basta que una persona consiga "su antena" para que todos los vecinos de su cuadra se pasen un cable y puedan ver la programación.

Igual sucede con la música. Uno de los negocios más productivos de los últimos años es el de los discos piratas. Miles de tenderetes en portales, esquinas, zócalos de los edificios muestran sus CDs "bajados de Internet" o copiados de los originales. En cualquier país "normal" esto es un acto ilegal y reprobable, pero en Cuba puede ser visto como una de las tantas muestras de resistencia al control estatal. Se venden además VCDs con los últimos vídeos musicales y con los más recientes filmes cubanos o extranjeros.

Se podría escribir un libro sobre la resistencia de este pueblo, sobre su capacidad de conservar, al menos, su derecho al pataleo. Ese breve espacio en que derrotamos al totalitarismo y logramos sobrevivir.

Nada, que día a día los cubanos le hacemos, literalmente hablando, trampas al Diablo.

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